Pintar es jugar continuamente con la mente, a veces sin darte cuenta. La mente juega a dictar unas acciones u otras, a proponerse a sí misma objetivos o metas que le diviertan por muy complicadas que le resulten a priori. En un juego nada se premedita, la ética y la moral, el bien y el mal, lo racional y lo sensible, todo entra a formar parte de un único objetivo: disfrutar el momento sean cuales sean las consecuencias. Lo mismo pasa cuando pintamos, por lo tanto nuestra mente no se encarga tanto de pensar como de jugar pensando.

Noviembre/2008